Artículos YMC: Crispín siempre quiso morir (menos aquel día)


Foto: Ricardo Bajo
Darío Luna y Crispín portugal en Plaza Abaroa. Foto: Ricardo Bajo

Por: Ricardo Bajo


son ya trece años. un día como hoy de 2007, el escritor, editor y promotor cultural alteño crispín portugal chávez se quedó sin motivos para vivir y se suicidó. decía voltaire que “cuando se ha perdido todo, cuando ya no se tiene esperanza, la vida es una calamidad  y la muerte es un deber". el suicidio es la decisión más valiente, soberana y triste del mundo. un año después (2008), en el bocaisapo, se presentó “in memoriam” el libro “¡cago pues!: recuerdos de sus amigos”, de la editorial que fue suya, yerba mala cartonera.

nos juntamos unos treinta: la compañera de vida de crispín, virginia calisaya, los “yerba mala cartoneros” (darío luna, beto cáceres y por aquel entonces el nuevo fichaje, claudia michel), los troveros sergio antezana e israel badani, el colega richard sánchez, el poeta jorge campero, el músico vico paredes…hasta treinta.

gabriel llanos reivindicó aquella noche de otoño la literatura de vísceras, el “género” de crispín. “te imagino llegando al aula con la corrupción antelada de la muerte, escuchando la voz portentosa del loro orihuela, la erudición de la mónica velásquez, la sabiduría del antonio paredes candia y te imagino escribiendo sobre un cuaderno cosas que la bronca y las vísceras pueden producir, entonces, ahí me doy cuenta que no te imagino, que estás ahí, en el último asiento del banco, incomodando y molestando los sensibles sentidos. diciendo que tanto la escritura como la muerte nace en las tripas y sale como semen por los poros”.

el libro también se presentó al día siguiente en río seco, su barrio alteño. las últimas palabras de aquella velada del “boca” fueron de darío luna, su cuate del alma: “crispín espiritualmente nos acompaña hoy y lo hará siempre. nos ha dado la fuerza para seguir en nuestro amor por la cultura y la literatura boliviana”.

conocí a crispín en el fatídico 2003. el festival de literatura de la wayna tambo había parido un nuevo colectivo de escritores jóvenes. se hacían llamar "los nadies", tomando el nombre de un poema de eduardo galeano. era noviembre y octubre todavía estaba en la retina, cargado en rojo.

changos, escritores con ganas de comunicar, el alto ciudad valerosa e irreductible… “estos tipos se merecen una nota y en tapa”, me dije. y así fue. me contacté con vicky ayllón, que todavía laburaba en el cedoal del espacio patiño, antes de que la botaran injustamente. la vicky citó a "los nadies" y la nota se hizo. salió en tapa y centrales del fondo negro un 2 de noviembre de 2003. allí estaba crispín, detrás de rodny montoya y jacqueline calatayud, agazapado junto a marco llanos en la azotea del cedoal, en una tarde soleada de noviembre.

dicen los amigos cercanos de crispín que su obsesión era la muerte. y era verdad. en aquella lejana tarde de chompa y sol, me dijo: “escribo por la necesidad de transmitir sentimientos, de dolor, de muerte. el tema de mi obra es la muerte porque es una cosa muy temida y muy inspiradora, también”. luego, cuando nos intercambiamos "emails", me di cuenta que nada de lo que decía era pose, como otrxs. su dirección era "cagopues arroba…"

me contó que su primer poema, a los ocho años, se tituló: “siempre quise morir menos hoy”. y parece que también fue su último verso, el que escribió aquella noche del 18 de julio de 2007. a crispín le gustaba especialmente renato prada, adela zamudio y robertito echazú, del cual aquella tarde de noviembre cargaba su poemario “la morada del olvido”.

compraba libros usados en la feria 16 de julio y dicen sus amigos cercanos que sobre su mesilla, la última noche, estaba “frankestein” de mary shelley. seguramente lo compró en la 16, donde antes también había adquirido clásicos como “el doctor zhivago” y “los tres mosqueteros”. en aquel fondo negro publicamos un cuento suyo, ”fragancia de muerto”. otra vez la muerte, siempre la muerte, la canción eterna que lo vestía de luto.

nos vimos por aquí y por allá, pero la segunda vez que entrevisté a crispín fue en agosto de 2006. la editorial yerba mala cartonera había nacido unos meses atrás. el que escribe -despedido injustamente del periódico la prensa en 2005 por la señora directora amparo canedo- estaba a cargo de otro suplemento cultural, el malpensante, en el quincenal juguete rabioso, de wálter chávez.

publicamos apenas dos números y en el segundo los “cartoneros” y su literatura militante estaban en la tapa. y ahí aparecía otra vez crispín, sentado en el suelo de la plaza abaroa de sopocachi al lado de su cuate, darío (ver fotos).

Foto: Ricardo Bajo

junto al “parche” con todas las novedades de la primera hornada de los “yerba mala cartoneros”. era mediodía, charlamos sobre literatura y el alto, sobre autores malditos, sobre los mecanismos alternativos de publicación, sobre los jóvenes escritores y sus dificultades de salir a las calles con sus obras…crispín hablaba de arturo borda, de gamaliel churata, del vanguardismo andino… pura pasión.

al final de la charla, me compré varios ejemplares de la primera colección de la "yerba mala". crispín me dedicó el suyo, “almha, la vengadora”, que por cierto era el “best seller” de la editorial cartonera, en una especie de justicia y venganza poética. “para un compañero y todo lo ligado a ese “gran” término. con absoluto aprecio por su calidad humana, para ricardo bajo, gracias. la paz, 31 de agosto de 2006”.

así era crispín, callado, reflexivo, atormentado, buena gente. y con una humanidad gigante que no se podía aguantar, como dicen los gitanos. crispín hablaba poco, cuando lo hacía era para lanzar verdades como golpes, como puños en alto. era un tipo necesario, imprescindible, de los que luchan todos los días.

en una de sus obras, la citada y exitosa “almha, la vengadora” (una de sus virtudes fue llevar a la ficción el mediático mundo de las cholitas peleadoras de lucha libre), su protagonista, luchadora del “cachascán”, hija del más odiado y despreciado luchador, el “khari khari” exclama antes de enfrentarse a chota, la j´achota: “hasta cumplir mi sentencia, gritaré: quiero morir”.

crispín descansa ahora en el alteño cementerio prados de ventilla, carretera a oruro, en la estación de la “pachamama” junto al robertito, al víctor hugo, a la blanca, y a tantxs y tantxs  escritorxs como él. “el hombre vive cansado. espera cualquier / estación /de la tierra. ama a una mujer. el hombre vive / cansado. la estación de la tierra lo espera/ -muy dócil- como un viejo rencor”. (“akirame”, roberto echazú).


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