LA RISA DOLIENTE O EL PLACER DE LEER TEXTOS AGRIDULCES




La primera vez que leí a Diego Trelles Paz, fue porque antologó y prologó “El futuro no es nuestro” libro que reúne un equipo de veinte escritores jóvenes latinoamericanos, que sin sentimientos de culpa, ni falsa erudición, dan carne y ritmo punk, al panorama de la literatura actual y que por casualidades de la vida fue publicado en Bolivia por “La Hoguera”. Al ser un escritor peruano que vive en Estados Unidos, jamás hubiera pensado escucharlo en el Centro Simón I. Patiño, leyendo una ponencia donde de manera íntima confesaba que: a los 17 años doblado en tres, viajaba en una combi, tomándome la panza de la risa al leer “Rayuela” de Cortazar.

Diego Trelles Paz, expuso su ponencia “La risa doliente” en el VI encuentro Latinoamericano de escritores, su autobiografía la resumía diciendo: respiro y escribo, me gusta la música y la fiesta. En el transcurso de su lectura despertó auténticas carcajadas de la audiencia, con un tono confesional y agridulce, impresionó a los asistentes, quienes minutos antes disfrutaron del erudito discurso de Eduardo Scott Moreno.

Trelles desarrolló su ponencia que más parecía una conversación amena, basada en un catalogo de autores donde aconsejaba “empezar y terminar con Jorge Luis Borges”, otros escritores convocados fueron Arlt, Bioy Cassares, Monterroso, Vargas Llosa, Echenique (que estaba sentada en la testera junto a él minutos antes), Rulfo sin olvidarse de Roberto Bolaño y Pedro Lemebel.

Las referencias citadas, fueron debidamente manejadas, es más se veía que algunos asistentes jóvenes estimulados anotando algunas sugerencias literarias. Uno de los puntos centrales del escritor, fue admitir que la risa, para los latinoamericanos es un mecanismo de defensa, un espejo hiriente de palabras acuñadas en sangre y azúcar, ejemplos del ácido humor de "Las muertas" de Jorge Ibarguengoitia, que relata cómo se plancha a una mujer o el humor cruel de Vargas Llosa, fueron expuestos de manera cinematográfica. El reírnos de nuestra condición, es tal vez la mejor línea de fuga que hemos podido escribir.
Monsivais quien nos dejó huérfanos de sus palabras este año, decía que en Latinoamérica el humor es negro, porque hasta la fiesta de los muertos es sinónimo de burlas y parodias, aunque esta afirmación parezca irónica, no sólo nos reímos de la muerte, también nos reímos del “otro”, del “diferente”, quizás por ese instinto perverso para refugiarnos, del ser el blanco perfecto de la burla y que nos permite alejarnos del absurdo. Trellez respondía a la multitud diciendo “el absurdo no es lo mismo que el dolor” porque el dolor es hiriente y el absurdo es el sinsentido. Tal vez esa capacidad tragicómica y agridulce de reírnos del otro y con nosotros mismos, nos despierta un sentimiento de culpa o un placebo ¿Por qué? Porque nos tenemos miedo.

Lourdes Saavedra Berbetty
http://yerbamalacartonera.blogspot.com/

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