Motivaciones Cartoneras



Este tiempo estuve algo desmotiva de las cosas cartoneras, no sé si por agotamiento, puede ser ha sido un año de muchos cambios, en fin estaba esperando que pase algo, por lo general y aunque parezca ridículo justo cuando estoy a punto de tirar la toalla pasa algo que me devuelve las ganas, pero ya iba un buen tiempo sin señales ni cosa por el estilo. Me estaba esforzando, me estaba forzando más bien.

Decidí darme tiempo que las cosas vayan pasando, que se termine el año, luego veremos, las cosas tiene su propio ritmo. Pero ayer caminaba hacia mi poderosa brasilia después del trabajo, esa oficina es un horno así que estaba disfrutando del fresco de la calle, cuando los vi. Ahí estaban todos paraditos junto al contenedor de basura eran perfectos, como si me estuvieran esperando, recordé esa dorada época en la que me esperaban al salir del trabajo. Igual estaban ellos como un regalo perfectamente alineados, listos para que yo me los lleve. No saben lo lindos que son esos cartones, se nota que son de una tienda jailona, de un lado un color rojo navideño medio oscuro y del otro cartón corriente. Grandes, limpios como para sacar seis tapas de cada uno.Definitivamente es una señal, definitivamente debo seguir con esto. Extraño a mis cómplices paceños, habrá que reclutar algunos cochalas. Escribo ahora con los cartones apilados en mi escritorio, casi puedo escuchar la excitación del estilte guardado en el cajón.

Comentarios

  1. A pesar de que falta poco para que el año termine no hay que aflojar, pero eso si, con más fuerza el que sigue.
    Fuerza desde Sucre!!

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  2. Gracias, por el gesto, Claudia.

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  3. Anónimo9:18 a.m.

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  4. Anónimo11:05 p.m.

    Hay que darle, no hay que dejarnos vencer.
    Fuerza cartonera.

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  5. Anónimo11:29 a.m.

    Felicidades YERBAMALACARTONERA
    Son los precursores de la justicia literaria.
    Ahora para empezar el año rindo homenaje a SANDRO (que es de mi época)
    COMO A LA MISMA FELICIDAD (Homenaje a Sandro)
    Todo humano consciente sabe que al morir debe dejar sino una herencia algún recuerdo que perviva en la memoria colectiva o individual. Algunos no. Los que desean desaparecer incinerados en su propio olvido o vicio como los terroristas que viajan en un vehículo o en avión explotando en medio de centenares de personas esparciendo su odio son el prototipo de la estupidez humana que nos rodea cotidianamente.
    Pero aquellos que dejan y marcan huella intuyen y elaboran una gloria que los acompañará siempre. Ellos son los humanos incandescentes elevados en el Olimpo del recuerdo imperecedero por su actitud frente a la vida y hasta la misma muerte. Sandro quiso ser recordado como un artista y vaya que si lo fue. Actor y dramaturgo de sus propias canciones y de sus sentimientos, sus gestos reflejaron su actitud vibrante ante la vida. En la época del rock, de la juventud danzante y efervescente una de sus canciones anticipa como quiso que lo recordaran….¡Como a la misma felicidad! (Una muchacha y una guitarra. Shake de Sandro y O. Anderle)
    Su éxito siempre en ascenso desde su país natal Argentina, en su metrópoli universal Buenos Aires y en su vecina y residencial Banfield ingresó por la puerta grande de la canción a Europa, Italia lo aclamó desde su primera presentación, en el Madison Square Garden de N.Y. llenó el aforo, y deslumbró en sus giras por el mundo obteniendo superlativas cifras. Sus diez y seis películas confirmaron su carisma gitano y trashumante. Pero a los exitosos casi siempre les toca estar acompañados de aquella invisible y traidora dama del humo a la que muchos hemos rendido un homenaje a la parca a bocanadas. Esto nos hace recordar la sentida letra del tango que dice que es un soplo la vida. Y para muchos que deseamos vivirla intensamente es justamente así, aparentemente un soplo (para algunos un suspiro).
    Pero para ese artista inmenso Sandro la vida fue siempre una canción, y por aquello quiso con justicia anticipada que lo recordaran como a la misma felicidad. Y no puede ser de otra manera cuando en nuestra melancolía lo escuchamos felices. Pero no nos engañemos diciendo que Sandro fue un soñador, cuando fue un gran luchador, muchas de sus canciones lo dicen… Al final la vida sigue igual.
    Y sobre todo el testimonio de su médico personal que lo acompañó en su lucha silenciosa de estos últimos once años contra el criminal y legalizado vicio del cigarro que las transnacionales del humo mantienen, aumentando la dosis de nicotina proporcionalmente al de sus resultados de utilidad. Y son los que aplican el terrorismo en muchos jóvenes en la garganta, bronquios y pulmones como haciendo una travesía por todo su organismo, tal como lo hace un terrorista viajando en la sala Vip de un avión.
    Sandro sufrió ese terrorismo moderno legalizado de la nicotina pero ni ésta ni el olvido lograron asesinarlo impunemente.
    Eduardo Lázaro Guerrero
    (Miembro de Asociación de Fumadores pasivos y la Liga antitabáquica de Bolivia)

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