Entrevistas cartoneras: Valeria Tentoni
Valeria Tentoni: “La poesía viene de lo más indómito, de lo menos controlado”
En diálogo con la poeta Marcia Mendieta, la autora argentina reflexiona sobre los silencios, la brevedad y las variaciones que estructuran Pirámide, su primer libro publicado por Yerba Mala Cartonera.
Por Marcia Mendieta
Hola, Valeria. Ha sido una alegría
leer Pirámide y es aún más lindo poder conversar contigo sobre el libro a
través de estas preguntas.
¡Hola, Marcia! Muchas gracias por tus preguntas, me siento honrada por la atención que le pusiste a mis libros, de verdad. Te mando un gran abrazo.
Lo primero que quisiera preguntarte es sobre la función de elementos como la luz, el sonido y, sobre todo, el color en tus poemas de Pirámide. Me da la impresión de que irrumpen en el texto como una fuerza que disloca ciertas imágenes y sentidos. ¿Hubo algún ejercicio consciente de incorporarlos en estos poemas o pensás que parten de ciertas sensaciones más cotidianas que te pueden haber acompañado el proceso?
La verdad es que no lo había pensado hasta ahora. Supongo que el poder que puedan tener elementos como la luz, el color y el sonido debe tener que ver con que la música y las artes visuales me importan mucho, y cada vez más, y que además implican exploraciones muy caprichosas, guiadas por un impulso mucho más inocente que el que, con los años, comenzó a guiar mis lecturas. Quizás esos dos gustos menos “amaestrados” puedan estar provocando rayones más profundos en mi imaginario. Y la poesía viene de lo más indómito, de lo menos controlado.
Otro elemento que me parece interesante es la apuesta por la brevedad, la calma y los silencios. Los poemas, me parece, se destacan por su precisión y delicadeza. Incluso los poemas un poco más extensos, son poemas que no se desbordan, sino que también apuestan por cierta contención. ¿Por qué te inclinaste por una estructura breve como esta?
Es cierto que Pirámide es, en general, un libro de poemas cortos, y que hay apenas tres o cuatro de cabalgata larga. Es un libro breve que me llevó unos años escribir, y apareció después de una pausa de escritura. Me preocupaba pegarme demasiado a los dos libros anteriores, Antitierra y Piedras preciosas, así que el silencio de algún modo es constitutivo del libro. Es lo que necesité para poder comenzar, tímidamente, a escribir poemas otra vez, y trabajando con materiales muy caros para mí. Este es también un libro en el que, hacia dentro, discuto -que no es lo mismo que rechazar- a esos dos libros anteriores. Creo que privilegié movimientos más elípticos, aún a riesgo del malentendido: publicar es darse a malentender, una vez aceptado eso preferí distorsiones un poco más decididas, entre ellas la brevedad extrema y la contención.
Reconozco también la mirada puesta sobre pequeños gestos (alguien agita la mano/ de espaldas al sol/ disimulado/ por el contraste.) ¿Dónde hallas tu mirada poética actualmente? ¿Qué cambios has sentido desde tus primeros libros en relación a aquello que te interesa ahora y lo que ya no?
Creo que nada de lo que hacía en mis primeros libros me interesa menos, pero sí hay cosas que cada vez me interesan más, como la posibilidad de abrir huecos en el poema para que quien los lea pueda acurrucarse ahí un rato y hacerlo suyo. Esta es, claro, una aspiración, un deseo. Ayer veía una entrevista de Joni Mitchell en la que ella decía que sus canciones no deberían servir para hablar de ella, sino para hablar de la humanidad; que su esperanza estaba en que quien las escuchara pudiese encontrarse a sí mismo en ellas, no empecinarse en rastrear la vida privada de Joni Mitchell y sus accidentes. Me resonó muchísimo esa idea. Creo que en Pirámide me propuse trabajar contra el morbo, propio y ajeno. Un lector me dijo una vez que sentía que me conocía personalmente a partir de la lectura de Antitierra y eso me espantó a un punto que no sé si puedo reponer. La voz poética es una construcción, un artefacto, pero al parecer esa ya no es una obviedad, y creo que la responsabilidad de ese equívoco es compartida entre quienes escriben y quienes leen. Así que intenté trabajar distinto. No sé con qué resultados.
¿Con qué poéticas te sientes identificada? ¿Qué diálogos encuentras entre tus textos y los de otros autores?
Puedo mencionar algunas poéticas que admiro: la iracundia de Juana Bignozzi, la metafísica de Olga Orozco, la belleza en el desaliento de Joaquín Giannuzzi, la potencia de Vicente Luy, algunos saltos inesperados de Silvina Ocampo, el éxtasis de Marosa di Giorgio. Cuando la poesía es para niños, creo que busco más a poetas como César Vallejo, Manoel de Barros, Francis Ponge, Jacques Prévert, María Elena Walsh… No encuentro diálogos entre mis textos y los de ellos (y todos los demás que se me pasan por alto, es una lista rápida), sólo admiración de mi parte. Una admiración estudiosa.
En uno de los primeros poemas de Pirámide, un hombre responde que el violeta es su color más querido. Es interesante el diálogo con el ensayo El color favorito (gris tormenta, 2023), donde contás la anécdota de un escritor/pintor que entrevistaste. ¿Cómo se entretejen la Valeria poeta, ensayista y entrevistadora? ¿Cómo sentís que se combinan estos tres lenguajes?
Efectivamente, una misma anécdota aparece en el libro de poemas y en el de ensayo. Pirámide y El color favorito fueron escritos en la misma época, y quise trabajar con una idea que me dio Margo Glantz en una entrevista, acerca de las variaciones. Ella decía que el procedimiento de las variaciones era muy propio de la pintura o de la música, por ejemplo en el jazz o en los jarrones y las naturalezas muertas, pero que en literatura no aprovechábamos lo suficiente esa posibilidad.
Sobre los distintos géneros o proyectos de escritura que llevo en paralelo: es algo que antes me intranquilizaba, pero ya no. Supongo que, como escritora, tengo personalidades múltiples, pero en realidad no es tan raro. Todos tenemos personalidades múltiples en la vida; una persona no es la misma ante los amigos que ante los jefes ni que ante los amantes, ¿por qué seríamos una sola en la escritura? Además, no me imagino escribiendo una sola cosa, siempre la misma, hasta el final. Me aburre de solo pensarlo.
¿Por qué publicar en Yerba Mala?
Siempre quise publicar en una cartonera, es un honor. Conocí el proyecto cartonero cuando llegué a Buenos Aires, a mis veintes, y me fascinó. Compraba muchos libros de Eloísa Cartonera en las ferias porque eran los únicos que podía pagar con mi presupuesto de estudiante, pero además porque sospechaba que el catálogo tenía algo que decirme. Fue muy formativo para mí, sinceramente. El hecho de que esta cartonera, además, sea boliviana, me alegra doblemente: es mi primera publicación en el país. Ojalá algún día pueda ir a conocerlos.
Y finalmente, ¿Cuál es el color más hermoso que has visto en tu vida?
El cabello castaño de mi mamá.
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