Reseñas YMC. Sobre Vietnam & Simio: nombrar lo que no se puede y contemplar lo indescifrable
Por: Joan Villanueva
"Si la prosa es una casa, la poesía es alguien en llamas corriendo a través de ella"
Anne Carson
i. A favor de la elocuencia y en contra
de ella
¿Cómo nombrar la experiencia de la escritura y sus límites? Esta es
la pregunta que abre Vietnam, el
primero de los dos libros del poeta peruano Mario Montalbetti que se compilan
en Vietnam & Simio (Yerba Mala
Cartonera, 2022). En este libro, la voz poética, con la modestia de la
sabiduría, presenta el lenguaje no como un río que podemos atravesar, sino como
uno que nos atraviesa: “Pensamos que habíamos vadeado el río / pero fue el río
el que nos vadeó”. Si en el primer trabajo se ensaya en torno a la escritura y
los límites del nombrar, en Simio
meditando (ante una lata oxidada de aceite de oliva), la voz poética medita
hacia otro lado: esta vez hacia la escritura que se oye, el que se contempla,
que se siente y se hace presente (“soy un manojo de percepciones / más o menos
coloridas más o menos animales”). La voz poética de Vietnam intenta nombrar lo que no se puede y la de Simio contempla lo indescifrable, sin
buscar descubrir algún patrón que la redima. Si la primera hace un homenaje a
la elocuencia, la segunda construye una parodia a ella.
ii. Vietnam: “el bonzo que arde en el camino”
Vietnam evoca el carácter trágico de la
escritura: el del sentido muerto, el que “no nombra”. En lengua y territorio
desconocidos, la voz poética habla acerca de la escritura de un extranjero en
Vietnam que no tiene la misma lengua que la de los habitantes nativos y que, a
pesar de ello, dice “Hablamos en vernáculo”; una voz poética que concibe la
escritura como territorio extranjero en guerra, donde la conciencia de la
muerte acecha a cada paso y donde poco se comprende. La escritura, en esta
guerra, como todo aquel que se haya encontrado con la muerte, tropieza consigo
misma, pues “lo que no es, así como lo que es, puede no ser”, y deambula en tropiezos
hasta llegar a lo único que podría hacerle frente a “una lengua /
indescifrable”: rendirse ante “la violencia de no entender”, ante la violencia
del amor.
iii. Simio: “el canto de las cigarras”, “un muro / indescifrable”
Si Vietnam opera como
metáfora de la escritura, Simio lo
hace como una metonimia: en el segundo libro, la escritura es el objeto que se
contempla. La voz poética simiesca
observa “bajo el sol de la tarde / la suerte evolutiva de mi especie” sin la
frenética intención de trazar las relaciones entre los puntos. Más bien, hay
una desconfianza de la capacidad de lenguaje, pues “así como nos engañamos con
las constelaciones / nos engañamos con todo lo demás”. Así pues, la voz poética
prefiere caer, acaso borracha, de ese lenguaje, “de las copas / y” es en ese
momento en el que “expresa”. En esta admisión de poética de la expresión se lee
cierta nostalgia por el rugido, por la animalidad. En ella asoma una afirmación
del binomio naturaleza/cultura, ya que se diferencia entre el simio y los
turistas que traen “ciencia” y por la que “se hace abstracta la vida”. A pesar
de la afirmación de humanismo, la voz poética concluye en una doble renuncia a
ambos extremos: “simio a turista / he renunciado a morir entre ustedes” y
“simio a simio / he renunciado a ser enterrado entre ustedes”.
Joan Villanueva (San Petersburgo, 1992). Es poeta y redactora creativa. Tiene estudios en Literatura e investiga sobre poesía. Presente en las antologías Escándalo en tu barca (2018), Antología Sudaka (2019), Rajadura (2022) y Marifrunci (2022). Actualmente se dedica a la construcción de una vida alrededor de la escritura.
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