Reseñas YMC. Vietnam & Simio: Los nombres no son estables.



Por: Mariana Ríos


Desde Platón sabemos que los nombres no son estables, que el lenguaje nunca es suficiente y sin embargo es en él –y con él– que intentamos decir, nombrar, fijar, etc., el mundo que nos rodea y su abstracción. Este es un ejercicio de negación constante pues lo reduce apenas a una de sus posibilidades. Estudiarlo tampoco es tarea sencilla porque carecemos de herramientas ajenas a las que él mismo nos proporciona para conocerlo. Escribir sobre lo que escribimos es un ejemplo de esa tarea. La poesía, sin embargo, hecha de palabras se presenta como una ventana abierta para mirar de nuevo aquello antes visto, aunque no consiga sino sólo avanzar de uno en otro sentido. Un movimiento será el poema que consiga revelar algo de lo que está hecha su sustancia lingüística pero no nos quedaremos con ella.

 

Este es, quizás, un intento por apuntar algunas ideas que nos permitan acercarnos a la poesía de Mario Montalbetti. Autor peruano, poeta y lingüista contemporáneo de quien se publica para Bolivia, de la mano de la editorial Yerba Mala Cartonera, su libro Vietnam & Simio.

 

Compuesto por dos poemas largos, Vietnam y Simio Meditando (ante una lata oxidada de aceite de oliva), este libro es una invitación curiosa a abandonar toda seguridad de saber lo que decimos con el lenguaje y lo logra a través de él. Dice el autor: Escribir es abandonar el camino./ Escribir es no hacer camino. Ambas afirmaciones, sin embargo, las hace después de habernos introducido en un escenario de imágenes tan concretas como escurridizas. Por ejemplo, entre los primeros versos de Vietnam nos dice: Contra nuestro mejor juicio/ hicimos que el dolor y la arquitectura/ organizaran el mundo. Más adelante, otra imagen: El cerro blanco y la luna sabíamos/ que iban juntos/ pero nunca supimos por qué.  

 

Es, a mi entender, una especie de juego premeditado –con todo lo que esto puede significar–, el que nos envuelve a medida que nos lleva de una imagen a otra. Por momentos inconexas y en otros más bien como hilos que dan puntadas precisas e hilvanan, ¿qué? ¿Palabras? La lectura de ambos poemas tiene a bien dejarnos asombrados por las desconexiones tan elocuentes que logra. Son ellas las que nos dejan entrever, quizás imaginar, que hay un sentido a flote y navegamos con él a través de los ríos y no así los mares que se mueven en este su juego. Pensamos en Melville y Heráclito, y creemos que sabemos lo que quiere decirnos, pero avanzamos un poco más y su autor nos recuerda nuevamente que hay que salirse del camino pues sus palabras nos dicen: Apartarse del camino es una imagen del camino./ Sólo no hay. Camino./ Me despido de la imagen.


No hay afán por dejar sentado un objeto, un sentido, una idea. Nada es quietud en la lectura de estos versos; ondulan para que nos movamos con ellos, como una ventana que alguien olvidó cerrar. A través de ella vemos el vuelo de un ave, un trazo, una frase. Luego oímos (sino leemos) una Canción cardenche y el canto de las cigarras es un muro/ indescifrable. Son las palabras de quien escribe para no ser poeta.

  

*Mariana Ríos (Cochabamba–Bolivia, 1991) Es narradora, poeta y docente universitaria. Es editora en la Editorial Mantis, dirigida por las escritoras Magela Baudoin y Giovanna Rivero. Forma parte del Taller de Poesía “Llamarada Verde”, dirigido por el poeta Gabriel Chávez Casazola. Tiene una maestría en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Barcelona.

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