Reseñas YMC. Escribir no haciendo camino
Por Valery Gismondi*
Cuando lees Vietnam y Simio de Mario Montalbetti (Yerba Mala Cartonera, 2022) es imposible no evocar otros tiempos, ni pasados, ni futuros, simplemente otros; translúcidos y húmedos, verdes y felices. Un viaje hacia días mejores, como toda poesía debería ser. Resulta como un canto, el transitar por cada poema y encontrarte con palabras que bailan, saltando de verso en verso, logrando que la lectura se sienta casi como una melodía.
Aquello que Mario compone
al escribir, no es solo una hermosa imagen, sino muchas; nítidas, diáfanas,
etéreas como una fotografía de antaño, imágenes tejidas en un caleidoscopio que
consiguen dibujar un infinito entero; adiós
campos de Chachapoyas, dice, como solo un minúsculo ejemplo de la música de
su lenguaje, gotas de lluvia sobre hojas
de plátano, sigue, mostrando de manera perfecta, la imagen de lo que quiere
que sientas. Y sientes.
La poesía atrapa,
es ésa su magia, y Mario parece jugar a ser un mago. Nos atrapa a través de lo
cotidiano y las muletillas que le acompañan, el parece que se asoma cada vez, cómoda y tímidamente. El texto que se
nos presenta consigue ser fluido y ligero, justamente porque es íntimo y
familiar, logrando que atravesarlo sea sencillo, donde son casi imperceptibles
las transiciones de cada espacio vacío y todos los poemas forman parte de uno
solo. Como un largo suspiro.
Por eso significa
una lectura amena y bonita; no hablo
vietnamita, pero sé que el color del tiempo no es azul, con versos como
éste es que es posible experimentar lo que estamos leyendo mientras navegamos
por cada poema, sobre todo porque carecen de límites y por lo tanto, de
etiquetas, al no tener un principio, tampoco tiene un final, en una especie de
laberinto que te lleva a través del lenguaje por un infinito de posibilidades
que no necesitan contenerse.
Considero que la
manera en que el poemario está escrito responde no solo al talento, o a esa
bestia llamada inspiración, sino sobre todo, a un compromiso de rebeldía, de
indagación, de confrontación, de aprendizaje. Una relación con el lenguaje y la
escritura que logra ser sencilla y libre, como muy pocas veces. Lo que también significa
una disciplina ante el texto, una pasión para crear que es tan placentera
precisamente porque ha sido consecuencia de quien ha estudiado el lenguaje y
comprende su enorme magnitud, que ha tomado con pinzas cada palabra allí
vertida y que al mismo tiempo, ha querido desafiar ese significante que parece
atraparnos sin darnos cuenta que casi siempre la belleza no está en lo complejo,
sino todo lo contrario.
Hace tiempo que no
leía poesía y ha sido lindo reencontrarme con ella a través de estas palabras. Redescubrir
en el transcurso, que el ejercicio de leer es un ejercicio de entrega al que no
debiera deberse -valga la redundancia- ninguna explicación más que el placer de
su belleza. Y es justamente eso lo que Mario nos regala.
*Valery Gismondi Avendaño nació y vive en La Paz. Es licenciada en Ciencias Políticas y máster en Literatura Comparada, lectora, escritora y aprendiz.
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