Reseñas YMC. Antología de pérdidas: rostros, objetos e imaginarios que mueren o matan.

 

Por Marcio Aguilar Jurado

Yerba Mala Cartonera suma un nuevo libro a su catálogo, la antología de los cuentos ganadores del Concurso Crispín Portugal.

La lectura de este libro revela al lector el altísimo mérito de cada uno de los cuentos y la unidad que todos consiguen al formar la antología. Quien lea los relatos descubrirá la buena construcción de personajes, objetos, memorias y escenarios que tienen como tópicos comunes la muerte, el sufrimiento y la pérdida. El mundo de estos cuentos está lleno de huecos por donde se escapa la vida; y a los personajes, a veces, les queda el consuelo de abrigarse con la piel de sus difuntos. Tal el caso de Cocodrilos, de Gabriela Carrasco. En este relato, los niños de una familia rural le toman cariño a las crías de una cabra. Pero el abuelo, hombre vernáculo, no está dispuesto a tolerar esos vínculos emotivos. Cuando tiene la oportunidad, el abuelo mata a las crías para cumplir con el alimento de todos los días, y al ver la angustia de sus nietos les dice: “solo los cocodrilos lloran después de comer a su presa”, y les entrega a cada uno el cuero de los animales muertos para que puedan abrigarse en el invierno.

En el cuento En la caja del recuerdo, de la misma autora, un abuelo comparte con su nieta la memoria de una muerte mientras revisa fotografías de su madre y de su familia.  El abuelo cuenta: una vez “cayó una piedra en la cabeza de mi padre… [vi que] estaba tendido en el suelo… [y] no puedo explicarme por qué decidí recoger la piedra y guardarla”; como en Chaco, de Liliana Colanzi.

Otro relato que cala en la tragedia es El pueblo, de Rodrigo Villegas. La primera oración de la obra dice: “Un niño se perdió en el pueblo”. Y luego, el relato se extiende en la búsqueda absurda, en el enigma, en el para qué seguir; porque el protagonista, padre del niño, confiesa: “yo también soy un niño perdido”.

Eso no es todo. Hay más ausencias, más huecos, más grietas. Cuando la tragedia no comienza en los humanos, comienza en sus objetos. En el cuento Rosa, de Lucía Rothe, encontramos un altar que, colocado en el patio de una casa sostiene la estabilidad de una familia. Claro que no solo es el altar, son los rezos, las ofrendas, la fe y el cuidado de cada objeto puesto ahí. La protagonista de este cuento, en un momento determinado, interrumpe sin querer la estabilidad: por un descuido rompe un plato fijado en el altar. Y por las grietas del plato roto comienzan a filtrarse las vidas de la familia. El abuelo muere, la madre se hunde en angustia y la hija se destila en su llanto.

Y si no desaparece un cuerpo o un objeto, la memoria de pérdidas persigue al personaje mientras dura su vida, como en el cuento Anhelo, de Mauricio Muñoz. El autor nos dice del protagonista: “Su padre desapareció cuando él era un bebé y cuentan que su abuelo murió a punto de ser papá”. En el relato, el hombre recuerda estas verdades hirientes que corren en su genealogía mientras vive la tensión de un anhelo: la paternidad. Este hombre quiere ser padre, pero cómo, si toda su estirpe no supo serlo. Con Anhelo descubrimos que no solo hay muertes físicas, materiales o simbólicas, sino hasta de imaginarios. Este relato invita a pensar que, muchas veces, la paternidad es solo un sueño.

Este libro cartonero es eso, la muerte llena de rostros, de objetos, de símbolos y de imaginarios sociales. Quien pueda leerlo disfrutará el espectáculo de un derrumbe, o se derrumbará igual. Y aunque haya faltado mencionar a algunos autores y cuentos, todos son parte de mismo mundo lleno de huecos.


*Marcio Aguilar Jurado nació en Tarija. Vive en la ciudad de El Alto. Estudió Sociología. Ganó el primer lugar del Concurso Municipal de Literatura Infantil "Yolanda Bedregal. Historias Chiquitas y Chuk'utas", en las ediciones 2015 y 2018. El 2019 y el 2020 obtuvo menciones de honor en el Concurso de Cuento "Franz Tamayo". El 2021 ganó el primer lugar del concurso nacional de cuento corto Si tus ojos vieran mi historia, organizado por el Banco Mundial. Es coeditor de la Revista Sociopatía y parte del colectivo Periférica Cultural.

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