Entrevistas Cartoneras - Joaquín Guerrero-Casasola
"Un guionista no es necesariamente un novelista"
Joaquín Guerrero, nos habla de su novela ganadora ambientada en El Salvador, a medio camino entre la ficción y la realidad
Por Cecilia De Marchi
La mayoría de los bolivianos no conocemos la historia reciente de El Salvador – y tampoco de la mayor parte de los países de Centro y Norteamérica. ¿Podrías contarnos un poco del contexto de tu novela?
Uno de los conflictos armados más importantes de la década de los ochenta del siglo pasado, en Centroamérica, fue sin duda la guerra de El Salvador, del cual de forma general podríamos recordar algunos episodios y figuras importantes, como la del padre Óscar Romero, gran defensor de los Derechos Humanos, asesinado de un disparo mientras oficiaba misa. La de la célebre Radio Venceremos, que transmitía a salto de mata el desarrollo del conflicto armado, etc. Sin embargo, mi novela, Duele más el viento, no es un recuento de las peripecias de la guerra, sobre lo cual ya existen algunas películas y libros. Duele más el viento es más bien una mirada retrospectiva, la de un personaje que regresa a un Salvador años después, poblado por fantasmas propios y ajenos de aquel tiempo. La pretensión no es pues contar la guerra, sino algunas de sus cicatrices.
¿De cómo surge el interés por hablar del final del conflicto armado?
Durante el año 2000 y 2001 hice algunos viajes a El Salvador, convocado por una productora mexicana, para hacer una serie de televisión que hablara sobre la guerra. El proyecto era más que interesante, ya que se involucraron de forma directa el propio presidente de ese entonces, Francisco Flores, uno de los más importantes ex combatientes guerrilleros; Joaquín Villalobos, así como ex militares de alto nivel, todos juntos con el fin de elaborar un producto ficcional que contribuyera a la reconciliación del país. Entonces, ocurrió un terremoto que devastó la cuidad, cosa que echó abajo el proyecto, pues como es natural, el presidente Flores decidió, atinadamente, destinar los recursos previstos para la serie de televisión a las necesidades más inmediatas de un país en ruinas. No me quedó más remedio que regresar a México –lo digo con esas palabras porque la calidez del pueblo salvadoreño y el propio proyecto se habían convertido en mi alimento cotidiano–. Entonces, me planteo qué hacer con todo lo vivido, con la gente que conocí, con las múltiples entrevistas y anécdotas escuchadas de los protagonistas de la guerra, y es cuando comienzo a escribir Duele más el viento.
¿Qué tan basado en hechos reales está tu novela? ¿Qué tan ficticio?
Lo real de Duele más el viento son los datos históricos que se mencionan, sin embargo, no por esto la llamaría una novela netamente histórica. No tiene la intención de que al llegar a la última página el lector comprenda lo que fue la guerra del Salvador, me conformo –parece modesto pero no lo es- que el lector se interese por conocerla a fondo y se acerque a esa parte de la Historia a través de otros libros. Por lo demás, cada personajes es una invención mía, pero que bien pudo haber existido, pues son retazos de gente que conocí en su momento.
Sabemos que escribiste muchas horas de guion para la televisión. ¿Qué diferencias encuentras en la forma de abordar la escritura de ambos géneros?
Un novelista no es necesariamente un guionista y un guionista no es necesariamente un novelista. Incluso, conozco pocos profesionales de un medio que logran dar un salto afortunado al otro medio. Y esto se debe a muchas razones, desde la simple incapacidad (nadie tiene porque convertirse en cantante sólo porque sabe tocar el piano), hasta cierta soberbia de querer contar las cosas con las estrategias de la novela y no con las que requiere un medio audiovisual. En suma, se trata de comprender que la palabra escrita tiene una profundidad insondable, pero que la imagen tiene un poder instantáneo y devastador. No es aquí el espacio para teorizar, pero lo diré con un breve ejemplo. Puedo escribir 100 páginas describiendo un barco en la tormenta y hacer que lector imagine hasta los más ínfimos detalles, pero en el cine (en el guión) ese mismo barco estará descrito en cinco segundos. ¿Cuál de los dos barcos es el mejor? ¿Cuál es más real? Preferir a uno por encima del otro es echar a la basura una de las dos grandes expresiones artísticas.
¿Con cuál de ellos te sientes más a gusto?
Por fortuna, disfrutó enormemente el proceso creativo como narrador o guionista. Pero, definitivamente, si tuviera que escoger, me quedo con ser novelista, porque escribir para los medios masivos produce un gran desencanto, debido a las muchas manos que intervienen en el proceso. Hemingway lo dijo de una forma sarcástica y provocadora más o menos así: "Cuando trabajes para el cine, cítate con el productor en la frontera, que te arroje el maletín con el dinero y tú a él lo que escribiste, da la media vuelta y no mires atrás".
¿Cómo te animaste a participar en el concurso de novela organizado por Yerba Mala Cartonera?
Fue algo espontáneo. Descubrí el concurso por Internet. Cuando me notificaron que había ganado, averigüe sobre Yerba Mala Cartonera y me sentí doblemente feliz, porque aparte de la distinción con la que me honraron, me identifiqué con el espíritu de la editorial por hacer visibles a los autores sin que medien compromisos comerciales y por el sentido de usar el cartón, un sentido no sólo ecológico, sino el de que las letras se re-elaboren, reciclen y persistan.
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