Los últimos momentos de Crispín

Nunca sabremos cómo sufrió Crispín Portugal los últimos momentos luego de beber, en un vaso de leche de soya, dos envolturas de veneno. Pero sí sabemos de su constante contienda con la muerte hasta sus treinta y dos años. Contienda acompañada y asistida por la literatura. A las diez de la noche del 18 de los presentes, Crispín habría de llegar a su habitación cercada de libros, luego de despedir, para sus adentros, por última vez a su familia. Cada abrazo a sus hermanos y a su madre había sido pensado desde antes. Desde el momento, quizá, en que su padre había fallecido: el mismo número de día del pasado enero. Una de las notas que escribió con sus últimos esfuerzos dice: "siempre quise morirme; menos el día de hoy".

Pero talvez ése ha sido uno de otros motivos insondables que lo dispusieron a esta decisión. El sexto de diez hermanos habría de ser alguien contradictorio. Así como emprendía febrilmente un proyecto; decidía renunciar y matar otro. Una de las aventuras que tuvo en sus últimos años fue la editorial Yerba Mala Cartonera. Los escritores publicados en tal editorial no dejan de manifestar sus condolencias. Días donde siempre nos esperaba con una nueva idea; hoy quedan truncas. Música de sus programas en Wayna Tambo hoy velan su féretro. Pero su amor por la cultura de El Alto, su alma, ha quedado entre nosotros.

Nos deja su obra que consiste en cuentos publicados junto al colectivo alteño Los nadies y su libro Almha, la vengadora en la editorial cartonera. Su literatura, no muy fácil de clasificar, denota un trabajo minucioso. Yo lo veo perfecto cuando encuadernaba algunas tapas de la editorial. Cuando presentaba cada escrito en la carrera de Literatura. Y es que hoy nos enteramos, entre otros secretos de su vida, de su oficio como carpintero, de su esquina donde trabajaba. De las astillas limadas para concebir su obra. Nos enteramos de sus verdades sobre la muerte. De su permanente contienda en la que finalmente ganó.
Beto Cáceres

Comentarios

  1. Me cago en la concha de la madre que nos pario a todos. Se fue Crispin, no lo puedo creer, entro a los blogs de los amigos, al de la Yerba Mala y no lo puedo creer, no lo quiero creer. Pero bueno nos consolamos con la idea que fue su voluntad. Y si es verdad. Pero para mi se fue un amigo, un hermano… y no me pude despedir. Perdon pero no puedo otra cosa que putear, putear, putear y putear.
    YERBA MALA NUNCA MUERE.
    El Espa
    te vamos aextrañar

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  2. Anónimo9:46 p.m.

    En estos momentos sólo nos queda el consuelo de que la obra literaria de Crispín sea difundida y que sus mensajes que daba los viernes por la noche en la Wayna nos sirva de buenas lecciones sobre la escena rockera local.
    Sin embargo, la tristeza pasa cuando me reflexiono que fue decisión suya -nada de estar esperando a la parca- la de irse de este mundo a otro con el Viscarra o Robertito Echazú y afines.

    Richard Sánchez

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