Sobre Santiago Roncagliolo y "El Arte Nazi"

Publicamos la sutil reseña de Virginia Ayllón que también salió en la revista Alejandría de este mes.

Por Virginia Ayllón
Se trata de la segunda edición de este libro, publicado originalmente el 2004 en Lima por la editorial Sarita Cartonera. Debió presentarse el mes pasado en el marco “La Otra Feria: del libro su preste, Víctor Hugo Viscarra”, hecho que no sucedió ya que el autor peruano, ganador del premio Alfaguara 2006 –por su novela Abril Rojo- dejó plantados, por igual, a la XI Feria Internacional del Libro así como a “Los de la Otra feria”.

El joven escritor, quien asegura tener en Edmundo Paz Soldán su personaje favorito
(ver http://es.news.yahoo.com/fot/ftxt/santiago-roncagliolo.html) ha publicado Pudor (2004), El príncipe de los caimanes (2002), Crecer es un oficio triste (2003) y los libros para niños Rugor, el dragón enamorado (1999) y La Guerra de Mostark (2001).

El Arte nazi no es u texto literario si por ello entendemos una puesta en escena de la búsqueda de la palabra. Quiere serlo, diría yo, en las primeras dos y media páginas donde el narrador (en este breve espacio sí existe un narrador) recurre a la memoria para dar cuenta de su descubrimiento del arte nazi a través de las revistas y películas de la época. Promete ser un texto interesante ya que toda memoria ofrenda el recoveco arcaico, que generalmente fascina. Pero el escritor peruano traiciona al lector exactamente en la segunda mitad de la tercera página e inicia, sin más ni más, una especie de artículo de enciclopedia escolar donde, de manera didáctica, expone datos de la economía de la Alemania pre nazi, para luego pasar a una especie de acercamiento psicológico a la patología del führer y de la masa aria que lo siguió. Para entonces, su prometedor narrador de las primeras páginas queda aislado, abandonado, o más bien echado quién sabe dónde. Siguiendo con el estilo de enciclopedia escolar, el ganador del Alfaguara expone las concepciones estéticas del Tercer Reich con algunas pinceladas de valiente alegato del arte libre en contra del horroroso concepto nazi del “Arte degenerado”. Y, casi al finalizar, inicia una cuasi defensa de Leni Riefenstahl y Albert Speer, cineasta la primera y arquitecto el otro. En este punto el lector cree –porque parece- que por fin, aún sea en las últimas páginas o para cerrar magistralmente este informe texto, el joven peruano se acordará de su prometedor narrador y lo traerá de vuelta al juego. Pero no, decepción total, ni la diva que murió a los 103 años ni el “arquitecto del diablo” lo logran porque el análisis es bastante menor al que ya han hecho, por ejemplo, Ford Coppola o George Lucas de la directora de Olympia. Y así como así, termina el texto de marras con un final digno de cualquier enciclopedia escolar.
Y no es que tengamos nada contra la enciclopedias escolares, todo lo contrario. Sabemos que su papel es informar y a ello vamos. ¡Pero no huey!, el engaño no; no se vale atraer hacia un texto –cualquiera sea— con artimañas literarias para luego tener que leer frenéticamente todo el texto buscando a ese narrador. No importa si en la búsqueda del perdido niño y sus memorias pasan páginas de los horrores nazis o las mismas se bañan de algún gesto irónico, nada de eso importa ya que llegamos a la página final con una morisqueta en el rostro: ¿hay que reír?, ¿hay que llorar?, ¿qué hay que hacer frente a un texto de tal configuración?

Me pregunto entonces: ¿cuál era el objetivo de publicar una 2ª edición de este singular texto? ¿Qué más o menos buscaba Yerba Mala Cartonera? Y la web me responde ya que malo o bueno, este libro es de producción del muy famoso Santiago Roncagliolo, más ni su biografía oficial, ni la crítica ha hecho referencia al mismo sea para ponerlo entre los grandes títulos del autor, sea para decir que no es bueno, —y eso que la obra del joven peruano es comparada con la de Bryce Echenique, Mario Vargas Llosa y Julio Ramón Ribeyro. Nada de nada, excepción hecha de un blognauta quien le dedica exactamente dos líneas al texto y pide disculpas por dejar incompleta su crítica dado que debe ir a cumplir obligaciones más urgentes.

Entonces, me digo, aquí si hay un signo que hace que el gesto de Yerba Mala Cartonera haya sido un “tiro por la culata”. Lo pondré en forma de moraleja: por muy importante que sea el autor si la editorial que lo publica no lo es, el texto queda anulado. Ergo, cartoneros, a mejorar la puntería. Si lo que buscaban era renombre, parece que no habrá; en todo caso, valga para sus anales el haber publicado la muy célebre 2ª edición de El Arte nazi.
Santiago Roncagliolo. El arte nazi.
ed. El Alto: Yerba Mala Cartonera, 2006. 33 p
Acotar al respecto que la 'puntería' sobre Roncagliolo, Iwasaki y otros autores peruanos estaba antes de la premiación de Alfaguara 2006. Roncagliolo, antes de esta premiación, no era famoso, pero ya habíamos hecho tratativas de publicarlo. Así que, si él salío premiado en Alfagura (hecho muy importante para algunas personas) es sólo una coincidencia.

Comentarios

  1. El artículo de "sutil" tiene mucho, excepto en lo que a ustedes les toca queridos amigos. Ya lo había leído en Alejandría. Lo que no leí fue el libro, que hasta hace poco hubiera querido leerlo; pero el curso de "breve historia de la filosofía en 17 minutos" de Roncagliolo, que fue su intervención en el encuentro de escritores, aquí en Cocha, me desanimó, mucho más que cualquier otro comentario sutil. Pero Ánimo!!

    Los apreciamos mucho!

    Rocío.

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  2. Anónimo9:06 p.m.

    El trabajo que estan haciendo para difundir la nueva literatura boliviana escrita por los jovenes sera catalogado como el grito de batalla de una nueva generación literaria similar a la del crack o la llamada generación Mc Ondo.
    Yo me atrevo a llamarla "Generación Yerba X".Ese es el nombre que les sugiero adopten cada uno de los escritores que publican en la joven editorial Yerba Mala Cartonera.

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  3. Anónimo3:56 p.m.

    Virginia Ayllón yo creo que tiene un complejo de inferioridad. Existen muy buenos escritores bolivianos y no tienen nada que envidiar a Roncangliolos, tales son los casos de Miguel Esquirol (incluso más leído que Paz Soldán en la red), Piñeiro, Montoya, etc. Esquirol ganó el premio Axxon Internacional de 2006. Espero que lo publiquen, a ver si así se siente mejor Ayllón, que tanto valora los premios y la importancia de llamarse…

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  4. He leído una entrada en Estante boliviano de Roberto caceres y Virginia Ayllon esribe bien, y en varios lugares realiza críticas. Sin embargo a Rocangliolo, yo creo, le falta todavía hacer más obra para criticarlo. En todo caso, no me parece un oportunismo de ustedes, yerba mala. Sigan adelante. En ciudad satélite de El alto habemos gente cochala y camba que escribe también.

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  5. Anónimo2:16 p.m.

    Estimados amigos de Yerbamalacartonera: soy boliviano, estuve en la contraferia del libro del año pasado, pude allí conocer la increíble experiencia de Yerbamalacartonera y desde entonces me precio de ser un lector que tiene la colección completa de esta editorial de la valiente ciudad de El Alto. ¿Quién me dio sus primeros libros (Piñeiro y otros). Virginia Ayllón, por supuesto quien se encarga de difundir esta experiencia como si fuera suya. Por eso es que me ha sorprendido el comentario de un tal anónimo a la crítica que ella hiciera al texto de Rocangliolo. A mi me gusta mucho lo que escribe Ayllón pero lo que me sorprende más aún es su capacidad de crítica contestataria, muchas veces ácida, a lo que se llama la cultura oficial y también me sorprende su apoyo a mil y un experiencias literarias y culturales. Creo que hay que recordar el espaldarazo de Ayllón a Los Nadies de El Alto, a algunas escritoras bolivianas, y cómo no, su papel en la contraferia. ¿Cuántos se han hecho botar de su pega por defender el derecho humano a la libre expresión? No creo estar “echando flores” gratuitas y creo que ustedes son testigos de algunas de estas cosas que digo. Por eso precisamente no entiendo eso de que esta escritora tenga un complejo de inferioridad, al menos en lo que a literatura se refiera y menos que ella valore los premios literarios. ¡Todo lo contrario! Si ella fue una de las que cuestionó el porqué se dio el premio de novela Santillana a Juan Claudio Lechín y no a Adolfo Cárdenas y antes porqué no se lo dieron a Alison Speeding. Pero suponiendo que este anónimo desconozca todo esto y nada más se refiera al texto sobre Rocangliolo, lo único que se puede decir es que no ha leído el texto o lo ha leído mal porque lo que hace Ayllon es demostrar cuán mal texto es el famoso Arte Nazi y llamar la atención sobre “la fama” de ciertos escritores. En lo que hace a Yerbamala, me parece bien pues que se comente sobre los textos de una editorial, para eso se publica, ¿o no? Y a veces se puede “resbalar” pues, recuerdo que en una reunión de preparación de la contraferia, Yerbamala propuso invitar a Guillermo Mariaca y menos mal se corrigió ese posible desliz. No intento nada más que poner las cosas en su lugar y, como la propia Ayllón dijo alguna vez, vale el dicho “así como la yerba mala nunca muere, ¡larga vida a esta editorial!”. Marco Antonio Soria (marcoantonio.marcapaso@gmail.com)

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  6. Anónimo2:49 p.m.

    Santiago R. es un gran escritor.Aprendi mas leyendo ¨Arte Nazi¨ que con todo lo que enseñan mis profesores en mi aula.Es un tema desarrollado de manera sublime y su historia esta escrita de manera amena e intereante.
    me gusto que no se entretenga en datos historicos solamente sino que muestre el lado humano de los personajes como pocos escritores lo hacen.Tambien sus frases me gustaron,como cuando dice de Leni Riefenstahl ¨su delito no fue hacer propaganda nazi,sino ser la mejor ,la mas talentosa,algo que la historia del siglo XX nunca le pudo perdonar¨

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  7. Anónimo3:50 p.m.

    Leí "El arte nazi" y me parece una muy interesante obra de simulacro de ensayo histórico. Es fácil de ser mal comprendido ante los ojos del lector poco asiduo a las ironías y muy acostumbrado a que el narrador lo lleve de la mano.

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